En español
Desde hace décadas existe un debate académico sobre las perspectivas y el canon de la historia de la música occidental. Considerada especialmente positivista y con atraso en la reformulación disciplinar, la “nueva” musicología, con su triple inscripción postmoderna, postestructuralista y “crítica”, ha ocupado el tiempo discutiendo los personajes y artefactos de sus pequeñas narrativas. Una mise-en-scène fundada en la relectura fragmentaria de lo mismo:
abordajes feministas y queer de repertorios sinfónicos, ampliación del panteón personalista incluyendo alguna mujer, detalles contables y financieros de los grandes maestros o breves excursiones por el mundo colonial buscando alguna partitura similar a las de la metrópoli. Estas teorías de vanguardia, al perpetuar por acción u omisión el estatuto musical mismo de la modernidad/colonialidad, reproducen y revalidan una historia musical de los estilos, centrada en los grandes nombres y/o las grandes obras. Han fracasado -si es que siquiera lo han intentado- en la inclusión de la pléyade de manifestaciones arrojadas fuera de la historia.
En nuestro contexto académico signado por la colonialidad del saber y moldeado por la conquista disciplinar “necesitamos distanciarnos del pensamiento crítico” (Santos, 2018) para pensar como histórico lo que ha sido producido activamente como ausencia al ser sometido por las categorías y útiles de conocimiento musicológicos, que son en sí mismos parte activa de las estrategias de la colonialidad.
El presente trabajo presenta una hipótesis preliminar de traducción transcultural y transmoderna para producir una narrativa histórico musical posible del sur global, periodizando algunos momentos articuladores de nuestra cultura en torno a la emergencia del modelo civilizatorio occidental y su expansión. Volver histórico el musicar del mundo popular subalterno supone considerar lo ch’ixi, lo transatlántico, lo mulato, la creolité, aportando conceptos explicativos y descriptivos otros, surgidos de las epistemologías del sur, que informen una historia [musical] mundial.
En inglés
For decades there has been an academic debate on the perspectives and canon of Western music history. Considered particularly positivist and lagging behind in disciplinary reformulation, the "new" musicology, with its triple postmodern, poststructuralist and "critical" inscription, has occupied time discussing the characters and artifacts of its little narratives. A mise-en-scène founded on the fragmentary re-reading of the same: feminist and queer approaches to symphonic repertoires, expansion of the personalist pantheon to include a woman, accounting and financial details of the great masters, or brief excursions through the colonial world in search of a score similar to those of the metropolis. These avant-garde theories, by perpetuating by action or omission the very musical status of modernity/coloniality, reproduce and revalidate a musical history of styles, centered on big names and/or great works.
They have failed -if they have even tried- to include the plethora of manifestations left out of history.
In our academic context marked by the coloniality of knowledge and shaped by disciplinary conquest "we need to distance ourselves from critical thinking" (Santos, 2018) to think as historical what has been actively produced as absence by being subjected by musicological categories and tools of knowledge, which are themselves an active part of the strategies of coloniality.
This paper presents a preliminary hypothesis of transcultural and transmodern translation to produce a possible musical historical narrative of the global south, periodizing some articulating moments of our culture around the emergence of the Western civilizing model and its expansion. To render