No soy una virtuosa de la escritura, como lo fueron Marcel Proust o Virginia Woolf. Esta frase, de un pudor modesto, incrustada al pasar en uno de sus mentados escritos autobiográficos (que, como es sabido, consta de cinco volúmenes que conforman un sistema textual que reenvía uno al otro) constituye un indicio, bajo la forma de una autoevaluación de su proyecto creador, de lo que Simone de Beauvoir entendía como el saldo valorativo de su escritura.