La enseñanza de las ciencias en nuestros establecimientos educativos suele estar acorde con el modelo de enseñanza tradicional, y no como un proceso de investigación dirigida que asume una determinada concepción de la ciencia. Los estudiantes desarrollan mejor su comprensión conceptual y aprenden más acerca de la naturaleza de la ciencia cuando participan en investigaciones científicas.
Según una abundante bibliografía (Giordan y Becchi, 1995) y nuestra propia experiencia docente, las clases de física convencionales no se imparten en un lenguaje afín a los intereses e inquietudes de los estudiantes. Por lo general, la innata curiosidad de los alumnos no se ve satisfecha con las actividades planteadas durante las clases.
Mediante el presente trabajo, lo que proponemos es una convergencia de la enseñanza-aprendizaje de las ciencias a través de una práctica de laboratorio que contempla la resolución de un problema con lápiz y papel y estimula el aprendizaje conceptual, partiendo del planteo de un problema que posee una gran motivación para los estudiantes. Dicha convergencia rompe con el clásico tratamiento por separado de estas actividades.