Blasco Ibáñez representa un caso extraordinario de escritor profesional y de editor en nuestro campo cultural contemporáneo. Aparte semanarios y otras publicaciones periódicas, su destacado papel como editor se debe a la labor ejercida en las editoriales Sempere (1898), Española Americana (1905) y Prometeo (1914). Al interés económico de sus actividades a ambos lados del Atlántico se sumaba un fuerte componente social ligado a la democratización de la cultura. Así también, Blasco supo aprovechar su faceta editorial en beneficio propio: por un lado, le llevó a conseguir ingresos inalcanzables para muchos escritores de su tiempo; por otro, resultó determinante en la planificación de su escritura y, así, en su propuesta creativa como autor.