El narrador de Todas las almas (1989) es un intelectual que sabe manipular no sólo las reglas de la sociedad inglesa sino también las que rigen la maquinaria de la ficción: sabe que está refiriendo una historia a un lector a quien no le importa engañar. Es un narrador sin nombre, profesor de literatura, que escribe su historia por temor a que ésta desaparezca de su mente y a quedarse sin recuerdos. Curiosamente, tiene mucho de escritor: es reflexivo, tiene preocupaciones metaliterarias, maneja los recursos del humor, de la parodia, de la ironía; juega diestramente con la incorporación del mundo real dentro de la ficción.