Así termina el capítulo I con el que H. White problematiza el sentido de la narración histórica. Se trata no sólo de presentar argumentos válidos a favor de la hermenéutica analítica sino también de superar dicho debate, refiriéndose a las funciones ideológicas del texto histórico. La narración en tanto metacódigo supone la presencia de un conocimiento y este conocimiento, para poder ser inteligible, necesita de la organización estructural del relato. Pero la pregunta central debería ser la de porqué es necesario traducir determinado conocimiento en relato, aquello que los griegos definían como elemento esencial de la narración. Una posible respuesta la encontramos en el despliegue necesario que relaciona narración histórica y literatura a partir de procedimientos que un narrador articula y una estructura que conecta lógicamente determinados eventos. De esta manera, intentaremos dar cuenta de una hermenéutica aplicativa, que supera a la analítica, a partir del concepto de razón imaginativa, propuesto por P. Ricoeur, en algunas obras narrativas y ensayísticas de Juan Benet para, luego, comprender los condensados ideológicos que fluctúan en torno del emblema Región.