Después de pasar la mayor parte de unos seis años en la Argentina pronunciando conferencias y emprendiendo una aventura colonizadora, Blasco Ibáñez el novelista reaparece en 1914 con Los argonautas, su primera obra evocativa de índole impresionista. Según Rodolfo Cortina Gómez, esta clase de novela aparece en El papa de mar (1925) y A los pies de Venus (1926). En su libro estimable, Cortina Gómez da énfasis a la técnica impresionista de la doble narración, inaugurada por Blasco en Los argonautas con un hilo narrativo en el presente dedicado a los argonautas modernos que viajan al Nuevo Mundo, y el otro hilo dedicado a los argonautas heroicos del pasado. Los argonautas también se distingue de las obras pre-argentinas en que la estética impresionista es predominante, ya que se nota en el carácter de los personajes, en los temas y motivos y en el estilo.