Las múltiples llamadas de atención que M. Frisch y F. Dürrenmatt realizaron a los intelectuales suizos durante los años 50, tanto a través de sus obras como de sus discursos públicos, tuvieron como consecuencia no sólo un enfrentamiento decididamente crítico por parte de los jóvenes autores con la sociedad helvética en sus más diversos aspectos, sino también la reflexión sobre el papel del intelectual en la sociedad. Una reacción directa a tales planteamientos fue la novela más conocida de Walter Matthias Diggelmann (1927-1979) Die Hinterlassenschaft (El legado, 1965). En ella, a través del personaje de David Boller, un joven cuyos padres habían muerto en un campo de concentración durante el Tercer Reich, el autor reflexiona sobre los años del profascismo y sobre la política de asilo en Suiza durante la II Guerra Mundial relacionándolos con las tendencias comunistas posteriores a través de una historia para cuya composición utiliza abundante material documental, lo que dota al texto de unas características formales enormemente innovadoras. En su última novela, El séptimo velo (2007), Juan Manuel de Prada construye una trama ambientada en la Francia del periodo de la ocupación nazi, a través de la que Julio, el protagonista, descubre que su padre es un antiguo héroe de la resistencia francesa. El análisis comparado de ambas obras revela estrategias de composición similares en torno a los ejes temáticos de la memoria y la identidad.