En el norte argentino se utilizan ollas de barro para cocinar: objetos cotidianos hechos con arcillas de vetas de cerros y montañas en la altiplanicie de la puna. Al pie de la frontera Argentina-Bolivia, ollas que contienen una práctica de producción cerámica milenaria.
¿Cómo se vuelve olla un pedazo de montaña? La pregunta deriva en una serie de indagaciones sobre la relación sujeto-materia que se desarrolla en este hacer cerámico, relación que necesita ser observada de cerca y con lentitud para acceder a su secreto vital, esa fuerza silenciosa y resistente. Como quien se acerca al fuego pero sólo puede rodearlo, nos aproximaremos, cuanto puedan los cuerpos, a buscar respuestas en su calor.
Acompañada por Angélica, Agustina visita Casira: un pueblo alfarero que se encuentra en la provincia de Jujuy, un centro productivo de cerámica artesanal de nuestro país. Recorren las calles siguiendo los rastros de humo que salen de los hornos cerámicos (de barro), de los patios de las casas (también de barro), donde familias alfareras hacen piezas de distintas maneras y con distintas arcillas. No sólo hacen ollas. Fuentes, platos, tazas, cuencos, jarras, teteras, portavelas, braseros, jarrones, ollas miniatura, cabra-botella, oveja-botella, llama-botella, toros, cactus, chanchos, burros, elefantes, caballos y demás figuras completan la lista. Hacer cerámica en Casira es tan cotidiano como el cuidado de huertas y animales, prácticas que existen desde hace mucho tiempo y les alfareres visitados comparten: mientras hacen recuerdan infancias "de más antes cuando los abuelos". Las fotografías y relatos de este ensayo libro registran sus respuestas contingentes.