La relación del cuerpo con el rio, la conexión con el agua. La creación de vida en el agua y también la desintegración en ella. En este caso particular no es cualquier rio sino el rio de Atalaya, Magdalena: lugar donde crecí y vivo en los veranos desde que nací. Lugar donde se encuentra constantemente arcilla al caminar por el agua cuando la marea esta baja. Las mareas cambiantes: el rio implica un ciclo, el cuerpo también. El cuerpo muta, se adapta, así como lo hace el rio. Los ritmos del agua muchas veces se asemejan a los ritmos de nuestras vidas. Venimos del agua y volvemos a ella constantemente. Sin embargo, el foco está puesto en el rio no solo por su conexión con nuestro existir corpóreo, sino también en la importancia del rio como lugar de encuentro, encuentro con uno mismo u otros, como espacio habitable, como espacio sagrado, como fuente de creación inagotable. Lugar muchas veces olvidado que forma una parte esencial en nuestra historicidad y en nuestro existir, que nos construye como individuos, espejo de lo que experimentamos.