El poder del antiguo patriarcado crea numerosos obstáculos a la emancipación de la mujer, impidiéndole desempeñar roles sociales distintos a los impuestos culturalmente y que, por regla general, están asociados a las características biológicas, la maternidad y el cuidado del hogar, los hijos y el marido. Surge así el machismo estructural, tan naturalizado, que aún en pleno siglo XXI, se interpone entre las mujeres, sus anhelos y aspiraciones, impidiéndoles tomar vuelos superiores en la vida social y en el mundo del trabajo. Cuando miramos las grandes organizaciones, públicas o privadas, veremos que pocas mujeres ocupan espacios de poder, decisión, liderazgo o mando, considerados inherentes a las características masculinas. En la génesis de esta situación se encuentran sutiles argumentos y acciones, muchas veces basados en posiciones disfrazadas de políticamente correctas en relación a las competencias femeninas, que configuran techos de cristal; lo suficientemente transparente como para permitirles ver a través y aspirar a ascender en la escala profesional, pero lo suficientemente grueso como para que no puedan deslizarse. Este es también el caso de Educación, un área mayoritariamente compuesta por mujeres y todavía comandada por hombres. Para ello, investigamos los impactos del fenómeno del techo de cristal en el ascenso de las mujeres a espacios de poder, a partir de un fragmento del universo de liceos del sistema educativo público del Distrito Federal, en la región administrativa de Taguatinga, en la contexto de elecciones directas para los equipos directivos, de los años 2016 y 2019, realizando un corte de género tanto en las candidaturas como en los resultados finales de este proceso. Con el objetivo general de identificar, en los discursos y posiciones de los agentes del proceso electoral, así como de los aspirantes a cargos jerárquicos en las escuelas, elementos divergentes en relación a las competencias de las mujeres para la gestión escolar y qué efectos tienen en la sociedad. producción de techo de cristal en el sistema de educación pública. El camino metodológico adoptado fue de naturaleza cualitativa, con una técnica intrínseca de estudio de caso embebido (embebido), utilizando como instrumentos el análisis documental y la entrevista. Un total de 52 personas participaron de la entrevista, representando diferentes segmentos de la comunidad escolar (docentes, profesionales de asistencia laboral, estudiantes, tutores legales de estudiantes menores de edad). Los resultados muestran que, al igual que otras formas de desigualdad social, la desigualdad de género es un fenómeno estructural. El discurso políticamente correcto y banalizado, fruto de las acciones afirmativas de los últimos años, constituyen techos de cristal para el ascenso de mujeres que, a pesar de ver a través de un cristal la cima de su carrera, como es el caso de la elección directa para los equipos directivos escolares en el DF; o incluso la posibilidad de alcanzarlo, tropieza con una barrera invisible, cultural, hegemónica, sexista, que la hace prácticamente infranqueable.