Este trabajo se concentra en solo un aspecto del problema de la inflación. Temas obviamente importantes como el de la dinámica de precios quedan fuera del análisis. Sin embargo, parece claro que el desequilibrio en las finanzas públicas es un hecho sistemático en las altas inflaciones, y que para la comprensión de esos procesos, hace falta estudiar cómo se origina la necesidad de recurrir en gran escala al impuesto inflacionario. Sería ocioso insistir en que esta es una cuestión compleja, que excede lo puramente económico y que no se puede pretender tratar sino en forma parcial. Dicho esto, uno de los argumentos que se desarrolla aquí se basa en la observación de que en las economías de alta inflación, la política fiscal no suele determinarse a partir de un presupuesto público definido de antemano, y los grupos negocian “bilateralmente" con el gobierno transferencias o concesiones impositivas de diverso tipo. Aunque, sin duda, la necesidad de establecer un presupuesto operable responde en parte a la propia inflación, el trabajo enfatiza la causalidad inversa: se sugiere que aquel mecanismo "descentralizado" tiende a generar demandas inconsistentes entre sí y, por ello, tiene inherente un sesgo inflacionario.