El cambio político y constitucional que atraviesa la República de Chile interpela a los estados del mundo respecto a las tensiones de los sistemas democráticos y la reforma constitucional.
El proceso social y político de Chile ha sido de ruptura con un régimen neoliberal agobiante. Una gesta de ciudadanas y ciudadanos tomaron las calles y dieron imagen y voz a la necesidad de una profunda revisión de la institucionalidad vigente, señalando como única posibilidad la necesidad de darse una nueva Constitución política, que remueva privilegios y garantice la justicia social.
No se trata solo de un instrumento jurídico, sino de un documento que institucionaliza un proyecto político colectivo, en una sociedad y en un momento histórico determinados. Este proyecto fue de vanguardia en tanto plasma un “constitucionalismo social y democrático” del siglo XXI: reconoce expresamente las demandas del feminismo, del ecologismo y de los pueblos originarios. No es un proyecto de constitución solo para Chile, el mundo y sobre todo América Latina lo observa.