La interdependencia y la ecodependencia como partes constitutivas de una humanidad contextualizada, situada localmente y con responsabilidad colectiva territorializada, son aspectos que han sido ocultados, negados e invisibilizados. La misma negación ha ocurrido con la dimensión de la construcción social de la problemática ambiental. Estas negaciones intentan encubrir las causas estructurales del problema, y ello ha conducido a una crisis de la civilización y de la racionalidad instrumental/economicista. El reconocimiento de aquello que se niega u oculta, nos invita a reflexionar sobre la importancia de las tareas de cuidado hacia otros y otras así como hacia el planeta. Desde este aspecto, la violencia de género y la violencia ambiental de depredadores que destruyen el entorno tienen cruces e intersecciones que requieren la construcción de respuestas conjuntas.