Henry Fairfield Osborn y William Berryman Scott han sido considerados entre los representantes más influyentes de la paleontología de vertebrados en Norteamérica de finales del siglo XIX, tanto por la descripción de una gran diversidad de organismos fósiles, como por sus aportes en la interpretación de los mecanismos evolutivos. Ambos estuvieron sumergidos en los grandes debates de la época y, tanto sus criterios como sus evidencias, fueron muy bien aceptados en la comunidad científica. Es por eso que George G. Simpson, en la biografía de Scott, menciona que Osborn y Scott "dominaron la paleontología de vertebrados en América, o podría decirse en el mundo". Apoyaron la ortogénesis como el proceso evolutivo dominante, relegando el mecanismo de la selección natural a un proceso secundario. Sostenían, por ejemplo, que durante la evolución de los grupos de mamíferos fósiles siempre existió una tendencia a variar su estructura en ciertas direcciones definidas, de manera contraria al postulado darwiniano de una variación fenotípica ilimitada. En esta contribución se analiza cómo la imposición del paradigma de la selección natural resultó en una consideración menor de los aportes científicos de estas importantes personalidades.