No es una novedad decir que David Hume ha sido un autor sobre el que se ha vuelto una y otra vez a lo largo de la historia de la filosofía. También es trivial mencionar el hecho de que las connotaciones escépticas de su sistema han promovido las más variadas lecturas que, en líneas generales, intentan marcar cuál es el alcance de la duda en dicho autor. Lo cierto es que el propio Hume oscila entre una postura que podríamos denominar `pirrónica' y otra que daremos en llamar `académica'. En algunos pasajes de su obra encontraremos referencias del autor que nos indican que su propia producción es `muy escéptica'. Sin embargo, si confiamos en los últimos parágrafos de su Tratado, Hume pretende mostrarnos una buena alternativa frente a posiciones tan radicales. Esta psibilidad estaría marcada por los lineamientos de los nuevos académicos que -para Hume- representan una clase de escepticismo mitigado. Dos cuestiones, básicamente, serán contempladas en este trabajo: previo a comprometernos con una lectura acerca del alcance del escepticismo en la filosofía de Hume, deberemos aclarar la distinción entre doctrinas escépticas y académicas. Esto es, Hume -y en buena medida muchos intérpretes- entienden que los representantes de la Nueva Academia constituyen una variedad moderada del escepticismo prirónico. Este trabajo pretende dar por senado que los seguidores de Carnéades no son escépticos -ni una versión de los mismos como cree Hume que lo son-, sino que esta escuela podría interpretarse como una corriente `falibilista'. Si, como sugiero, podemos identificar ambas líneas de pensamiento y definirlas como diferentes, es posible responder -o al menos bosquejar una respuesta aproximada- lo siguiente: ¿Es la filosofía de Hume escéptica o académica?