En el marco del fuerte realismo aristotélico los problemas limítrofes entre la poesía y la historia parecerían estar ausentes. En principio, para Aristóteles no hay conflictos territoriales entre la técnica poética y el conocimiento empírico de la historia, en la medida en que los límites entre ambas no son puramente formales sino que están dados por la diversidad de sus objetos; o más precisamente, por el modo verbal en que cada una conjuga las acciones humanas. Mientras que la historia -circunscripta por los estrechos márgenes del modo indicativo- sólo puede aportarnos una descripción detallada de lo real pasado, la poesía -gracias a la amplitud del modo potencial en tiempo pasado- nos remite a circunstancias distintas de lo real, es decir, nos introduce en el universo de la ficción. A la hora de trazar límites interdisciplinarios, Aristóteles adopta un criterio de demarcación fuertemente ontológico.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)