El contractualismo moderno inicia, con las teorías de Hobbes y Locke, un modo de pensar la política que sitúa el fundamento de todo orden legítimo en el consentimiento de los individuos a la sujeción a una autoridad común, con capacidad legislativa y punitiva. Ese carácter fundante de la política que se otorga al consentimiento, conclusión aparentemente necesaria desde el momento en que se reconoce a los individuos su condición de sujetos libres e iguales por naturaleza, viene a representarse por la postulación de una instancia hipotética -el pacto- que articula el paso del estado de naturaleza al estado civil, estableciendo una relación política asimétrica entre soberano y súbditos, de cuya preservación dependerá el mantenimiento del orden.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)