Nuestra cultura, como otras, está convencida que debe enseñar todo al niño. Que debe sentarlo, pararlo y hacerlo caminar pues de otra manera, no lo aprenderá. La experiencia de más de 100 años de la Dra. Pikler (Budapest), más de 30 años en Argentina y más de 10 años en La Plata nos demuestra no solo que no es necesario enseñarles todo, sino que haciéndolo por ellos mismos logran un desarrollo postural armonioso, distendido, con una relación social diferente, con una actitud abierta al entorno y un desarrollo intelectual apoyado en el respeto por el equilibrio y la concentración.
El desarrollo de la atención que se logra en estos primeros años de vida, se ve favorecido gracias al respeto por los tiempos de juego que el adulto aprende a tener, preparando el espacio, los objetos, observando y valorando las potencialidades y satisfaciendo las necesidades en la medida que aparecen.
El adulto cambia su mirada y su actitud, logrando una relación vincular profunda durante los cuidados cotidianos y respetando las actividades autónomas.