Decía Foucault que "el umbral de modernidad biológica de una sociedad se sitúa en el momento en que
la especie entra como apuesta del juego en sus propias estrategias políticas". A tres siglos de que
Occidente cruzó ese umbral, analizaré algunos ejes de la nueva estrategia hegemónica para anudar las
biopolíticas de población y las anatomo-políticas del cuerpo-máquina. Esta estrategia se consolida en la
segunda mitad del siglo XX junto a la transformación de las sociedades disciplinarias y de control durante
el capitalismo financiero y posfordista. Enlaza tres dispositivos cuyo objeto ya no es el sexo sino el
fitness, la salud y las biotecnologías. El nuevo dispositivo sanitario apunta a la normalización y gestión
privada de la enfermedad, entendida como mal potencial y endémico, cuyo descuido puede castigarse. El
dispositivo biotecnológico, que incluye la genética sin limitarse a ella, altera la forma de intervención sobre
los cuerpos. El dispositivo de fitness recoge las exigencias de un cuerpo "adecuado", que "encaje" en el
nuevo régimen de aparición-espectáculo; su principal valor es el de exhibición, y opera con eficacia allí
donde la aspiración a una movilidad económica, social o cultural se desplaza hacia una búsqueda estética
de "redención por la apariencia".