La tendencia actual de la industria cárnica, tanto a nivel mundial como nacional, se encuentra dirigida hacia una reconversión de los sistemas tradicionales agropecuarios en sistemas intensificados.
En Argentina, la producción porcina ha sufrido en los últimos años un proceso de intensificación, donde solo el 1% de los establecimientos son de gran tamaño y alojan el 41% del stock nacional (Ministerio de Hacienda y Finanzas, 2016). El incremento constante en el consumo de carnes trae aparejado un aumento en la preocupación del consumidor en relación a las buenas prácticas pecuarias y al bienestar de los animales (BA) en los criaderos especialmente en aquellos sistemas intensivos confinados. Estos sistemas son considerados antagónicos al BA, dado que pueden someter a los cerdos a una serie de condiciones ambientales estresantes, como lo son las elevadas concentraciones de amoníaco atmosférico, el elevado nivel de ruidos mecánicos, la baja intensidad lumínica y las limitaciones de espacio. Como contrapartida, los sistemas extensivos o “al aire libre” son vistos como la alternativa que permite que los cerdos se encuentren en adecuadas condiciones de BA. Los estudios publicados hasta el momento en relación al efecto del sistema de alojamiento sobre los distintos indicadores de bienestar no son completamente concluyentes Desde el punto de vista productivo, , algunos autores no encontraron diferencias en el aumento de peso ni en el consumo de alimento balanceado al comparar un sistema confinado con uno al aire libre. Igualmente, en otros casos, tampoco se encontraron diferencias productivas al comparar distintos sistemas.