“El cuerpo es el espíritu de nuestro tiempo”, se ha sostenido últimamente. Cultura del cuerpo que lleva a preguntarnos si existe un “nuevo cuerpo humano”. Los crecientes cuidados corporales parecen testimoniarlo. Pero, según veremos, tal interés va mucho más allá. Hoy, en virtud de la ingeniería genética, el hombre tiene la posibilidad de transformarse a sí mismo y dirigir la evolución biológica. La relación entre el sujeto y su cuerpo, delimitada por las inciertas fronteras de las biotecnologías, plantea asimismo una revisión del concepto sobre su propiedad y/o posesión. Cuestión sin duda esencial, pues, lejos de ser un mero “accidente” u “objeto” sin valor moral intrínseco, nuestro cuerpo es un elemento constitutivo de nuestro ser personal. No “tenemos” un cuerpo sino que “somos” un cuerpo viviente. Éste y sus partes no son ni pueden considerarse “cosas”.
La bioética puede y debe decir algo al respecto, tal como intentaremos exponer seguidamente.