Los sistemas contributivos basados en el trabajo no son universalistas y si bien representan un avance respecto de ninguna seguridad social, tiene varios problemas. En la crítica a los sistemas contributivos seguimos a José Antonio Noguera en su artículo La renta básica y el principio contributivo. El autor remonta el origen de estos sistemas a la Alemania de finales del siglo XIX, cuando el canciller Bismarck introdujo los primeros seguros contributivos para determinadas situaciones de incapacidad para el trabajo. Hace un análisis muy interesante, en el que recuerda que el sindicalismo y los partidos obreros se opusieron a la implantación de esos sistemas porque -entre otras razones- la lógica contributiva suponía cargar sobre los salarios, o sea sobre los hombros de los trabajadores, la financiación de su propia protección social.