Hay que admitir como hecho la existencia de múltiples culturas, cada una de las cuales tiene sus rasos específicos. La diversidad cultural, sin duda alguna, es altamente valiosa; pero hay que tener en cuenta que toda práctica de cualquier cultura sólo puede ser admisible si se lleva a cabo en concordancia con los derechos humanos. Estos últimos, se han constituido en el eje primordial que permite delimitar los alcances de prácticas que provienen de culturas distintas. Se puede afirmar entonces, que las manifestaciones de cualquier cultura son admisibles, siempre y cuando estén en concordancia con los derechos humanos que brindarían así una base universal. Ahora bien, una de las cuestiones que se plantean dada esta situación es la siguiente: ¿Cómo es posible la coexistencia de múltiples culturas heterogéneas dentro del marco de los derechos humanos?