En el período comprendido entre 1880 y 1914 asistimos a una expansión notable de los movimientos nacionalistas en Europa debido a la lucha de muchas comunidades políticas por su autodeterminación. Estas comunidades comenzaron a autodefinirse como naciones en términos étnicos y lingüísticos. El nacionalismo tuvo su apogeo también a causa de políticas expansionistas sustentadas por movimientos de derecha de carácter xenófobo y chauvinista. Por otro lado, los crecientes procesos de democratización en los Estados europeos llevaron a un replanteo en sus estrategias de unificación interna. En este sentido, fueron sustituyéndose parcialmente los alineamientos de los grupos sociales en torno a los grandes estamentos o de la religión tradicional y aparece la nación como eje vertebrador del Estado.