Modernidad y mundo contemporáneo son conceptos que pueden causar confusión ya que, mientras el primero es utilizado de múltiples formas en nuestro lenguaje cotidiano, cuando nos preguntamos qué eventos o sujetos podemos considerar como contemporáneos, las respuestas pueden ser disímiles. En este capítulo pretendemos exponer las principales características de aquello que llamamos historia contemporánea, y delinear algunas luces y sombras que habitan la modernidad. Para ello, antes de comenzar, es necesario realizar tres advertencias. En primer lugar: todo aquello que hoy consideramos natural no siempre ha estado allí. En efecto, la mayoría de nuestras formas de ver el mundo, nuestras creencias y las instituciones y dispositivos que atravesamos a lo largo de nuestra vida son construcciones histórico-sociales. En segundo lugar: no es posible comprender las dimensiones económicas, políticas y sociales que están en el origen del mundo moderno como asuntos separados: son partes de una totalidad indivisible. Identificamos y abordamos de forma separada a los aspectos políticos y económicos sólo por razones analíticas y expositivas sin dejar de comprenderlos en articulación con las otras dimensiones de esa totalidad. En tercer lugar: es importante aclarar que no hay una sola forma de entender el fenómeno de la modernidad. Muchos aspectos de los expuestos aquí son objeto de polémicas y distintas interpretaciones.