Es frecuente considerar a la sofística como un movimiento que no sólo tomó como centro de sus investigaciones al hombre, sino que también depositó en la racionalidad humana el único punto de partida para sus investigaciones sin atender a ninguna autoridad. En este sentido, se trataría de un movimiento humanista e ilustrado. Asimismo, a partir de la doctrina del homo-mensura postulada por Protágoras se infiere una noción de subjetividad fuerte: el hombre, por ser medida, es el punto de referencia y de estabilidad a partir del cual es posible juzgar el mundo. Como contraparte, el mundo, siempre cambiante, queda sometido a la medida representada por el hombre. Este modelo supondría un gran optimismo por parte de la sofística por el hecho de ver en el hombre el objeto de sus investigaciones, el sujeto capaz de realizarlas y la medida para juzgar su acierto o desacierto. Por eso Protágoras habría sostenido que todo juicio es verdadero. No podría sino ser de otra manera, pues no hay nada que se le resista al conocimiento humano.