Ciertas tendencias de la crítica literaria argentina actual han dado un giro notorio hacia la
configuración de una lectura realista de la literatura. Ludmer, con su ya célebre texto "Literaturas
postautónomas", ha llevado a cabo una operación polémica radical al borrar los límites formales entre
la realidad y la ficción y poner en duda el papel de la crítica literaria en ese nuevo contexto. Más allá
de hacer explícitas las estrategias críticas puestas en juego por Ludmer para armar su corpus y para
legitimarse, mi intención es oponer una resistencia teórica tendiente a configurar un comienzo de
relectura del formalismo. Teniendo en cuenta que es ya imposible leer textos desde el formalismo
tradicional, mi intención es iniciar una discusión con respecto a cierta concepción actual de la
literatura según la cual cualquier mención de las formas en el texto literario ha pasado a ser
irrelevante y casi impertinente. Me basaré fundamentalmente en el hecho de que aún existen textos
literarios en producción que exigen para sí una mirada en la que la autonomía de las formas esté
vigente y en la que exista una atenta observación de las formas textuales. Encuentro en Adorno y
Blanchot la ayuda teórica que necesito, ya que ellos, de modos distintos pero tendientes a un mismo
punto en este sentido, han pensado que la literatura no puede existir lejos de las formas y que esas
formas, lejos de oponerse a lo que hemos dado en llamar realidad, forman parte de ella y mantienen
un juego dialéctico con ella.