En el texto Loco afán. Crónicas de Sidario, de Pedro Lemebel, abundan las escenas, imágenes y
situaciones grotescas. En las crónicas del texto, el grotesco es utilizado para introducir el elemento sida:
todos los personajes o hechos grotescos se relacionan con esta enfermedad y con su destino fatal, la
muerte.
La utilización del grotesco en Loco afán descomprime las situaciones trágicas y, mediante la combinación
de diversos elementos, se narra el caos que el sida produce.
Comunidad enferma. Sociedad enferma. Para Lemebel la América Latina actual es un continente enfermo
que, grotescamente, se dirige con lentitud pero inexorablemente hacia un destino fatal. La penetración de
la plaga es, entonces, inversión del mito de procedencia: el sida no vino, para Latinoamérica, desde
África sino desde Estados Unidos. Es, además, una nueva forma de dictadura: produce tantos o más
muertos/desaparecidos. Lemebel parece plantear que el sida es el arma más fatídica del gobierno militar,
nueva irrupción neocolonial que empobrece aún más a los países más pobres. Esta errancia de la
enfermedad que va de un cuerpo al otro se difunde como el sida: de cuerpo a cuerpo, hasta hacerlo
desaparecer.
De esta forma, Latinoamérica, colonia estadounidense por la dictadura y por la inclusión de la
enfermedad, se ve condenada a la marginación eterna que, en el texto, está representada por el
marginado más periférico: el travesti sidoso que se prostituye, embelesado con las luces del Norte pero
conciente de lo que produjo en él. Lemebel asocia el sida con la dictadura, otra forma brutal de
colonización yanqui.