El siglo XX estaría caracterizado por la irrupción de un tipo de acontecimiento cuyo carácter
consistiría en poner en evidencia los "límites" de la representación historiográfica tal como
típicamente es entendida. De esta manera, al discurso historiográfico, que utiliza el lenguaje de
la causalidad, las condiciones y los efectos debiera oponerse un discurso testimonial que de
alguna manera exhibe la frontera de lo indecible. La voz del testigo, en tanto expresión de la
memoria, está recubierta de la autoridad particular que da el haber vivido aquella experiencia
que se busca transmitir, experiencia cuya naturaleza, sin embargo, pone en tensión el uso
mismo del lenguaje. En este trabajo se analizará justamente cómo se conforman los discursos
de la memoria considerando tanto la fuente de enunciación como las condiciones en las que
son generados y, más importante aún, aceptados. Así, una primera aproximación exige
considerar las características de las que se inviste al testigo para que pueda hablar de ese
acontecimiento "indecible", es decir, el testigo como víctima sobreviviente, y no otros
contemporáneos a los sucesos (tales como los perpetradores). Esto deberá ponerse en
relación con lo que quiere significarse cuando se habla de un acontecimiento que se
caracteriza como "indecible". En el análisis se considerarán algunos casos de textos
producidos por sobrevivientes de campos de concentración nazis o centros de detención
clandestinos en la Argentina con el fin de ver tanto los puntos de contacto entre unos y otros,
como también las estrategias diferenciales que establecen en el trato con el lector potencial. Se
apuntará a mostrar, así, que el discurso de la memoria, lejos de constituir un acceso puro a un
acontecimiento de naturaleza particular, supone también una representación del mismo, y por
lo tanto, está sujeto a las mismas dificultades y problemas que enfrentan otras formas de
representar, sólo que muchas veces esas limitaciones no se explicitan.