La narrativa española de los últimos años se caracteriza por una especial abundancia de textos que
pueden catalogarse como "ficciones de la memoria": relatos que, en un diálogo más o menos
mediado con la historia, el documento, el testimonio, no sólo se ocupan de abordar el pasado
traumático español de guerra civil, posguerra y dictadura -acompañando o, en ocasiones, anticipando
procesos que la exceden y se extienden sobre buena parte del espacio de lo público- sino que
también ponen en escena los problemas que ese ejercicio de memoria trae consigo. En la mayoría de
los casos se trata de escritores que han crecido en democracia, que se ocupan de lidiar con una
memoria que no es personal -ni tampoco recibida: antes puede pensarse como una memoria
reclamada, recompuesta o reconstruida: la vuelta sobre el pasado traumático toma la forma de la
exhumación, el descubrimiento, el des-velamiento de un pasado remoto y ajeno, aunque familiar y
determinante para la configuración del presente. En este contexto, el examen de un conjunto de
novelas que en los últimos años han venido a engrosar esta serie, que tienen en común el recurso al
descubrimiento de un pasado execrable en la biografía paterna como núcleo o punto de partida para
la trama narrativa, puede abrir una nueva vía a la discusión de aspectos teóricos más generales en el
estado actual de la cuestión en los estudios de literatura y memoria.