Para explicar los primeros esbozos de políticas públicas que impulsaron la instalación de observatorios en la Argentina no alcanza con apelar al lugar simbólico de la astronomía. La representación del cielo también presentaba un nítido componente de producción de conocimiento práctico vinculado a la navegación, la cartografía y la expansión territorial. Desde esta perspectiva, el modo específico de integración al escenario astronómico internacional puesto en práctica por cada observatorio periférico es clave para entender tanto las tareas y los objetivos iniciales, como las posteriores trayectorias institucionales. Mientras que el Observatorio de Córdoba, creado en 1871, se orientó desde sus inicios hacia la “ciencia pura”, en el diseño de las actividades iniciales del Observatorio de La Plata, creado en 1882, “es posible detectar elementos que responden visiblemente a necesidades de la Marina” (Ortiz, 2005: 178-179).