Con la publicación de Wasabi en 1994 se abre en la obra de Alan Pauls un espacio de
exploración de la propia experiencia que estaba ausente en sus obras anteriores. En esta
novela juega un papel importante la relación entre cuerpo y escritura presente desde el inicio
en la obra de su autor. Esa relación no es homogénea, tiene matices diferentes a lo largo de su
producción; en Wasabi se manifiesta como enfermedad: la enfermedad equivale en Wasabi a
la gestación del relato que está pretendiendo escribirse, pero también es una vía para
problematizar el propio yo por la vía de la autoficción. Más tarde, publica La vida descalzo
(2006) e Historia del llanto (2007). La primera explora la infancia en la forma de un ensayo
autobiográfico en primera persona; sobre el final se produce un cambio a la tercera persona y
además se vuelve a la enfermedad como condición de posibilidad para la experiencia literaria,
en este caso desde el punto de vista de la lectura. Ésta reaparece en Historia del llanto, que
cuenta la evolución de un sujeto lector. Historia del llanto se construye mediante la
ficcionalización de un testimonio, pero escrito en tercera persona, lo que ejerce un juego de
distancia y cercanía con los discursos testimoniales de los setenta. Pero, además, ese juego de
distancia y cercanía se efectúa convocando, nuevamente, la problemática del cuerpo en
relación con la conciencia y la literatura.