Desde finales de los 80, aparece una proliferación de relatos de mercado en la literatura mundial
correlacionados con el contexto de la globalización que se esgrime como proyecto político planetario.
Ese proyecto construido por las dirigencias de Occidente estuvo caracterizado por la imposición de
un patrón económico como regulador de las sociedades a través del Mercado; de modo tal que
algunos han leído la emergencia de una "sociedad de mercado" o de "vidas de consumo" o de
"ciudadanos consumidores". En ese marco que se pretendía homogéneo cada una de las literaturas
nacionales reaccionó y dio origen a relatos de mercado en donde "la presencia" del relato de los
bienes simbólicos interfiere la producción literaria. Pero dentro de los marcos nacionales, si las
respuestas, por un lado, mantenían ciertos puntos de contacto entre ellas, por el otro se redefinieron
de acuerdo a capitales simbólicos y culturales particulares.