La escritura de Felisberto Hernández descoloca e inquieta, haciendo tambalear ciertos postulados
tradicionales estrechamente relacionados con el pensamiento cartesiano y la primacía incuestionable
de la razón. A partir del análisis de La casa inundada (1960) y un documento estético denominado
Explicación falsa de mis cuentos (1955) se intentará demostrar cómo el supuesto del lenguaje "como
tabla espontánea y cuadrícula primera de las cosas, como enlace indispensable entre la
representación y los seres" (Foucault 2002: 205) es puesto en crisis, generando zonas de imprecisión
y opacidad. Así, el lenguaje deja de entenderse como el espejo o vehículo de la realidad, permitiendo,
en cambio, la exploración de "otros mundos posibles".