La película Los Rubios (2003) de Albertina Carri generó una inmediata reacción de crítica y
contribuyó a engrosar el caudal de producción teórica sobre cine documental hecho por las nuevas
generaciones de cineastas. Se discutía en particular el trabajo de la memoria sobre la década del 70,
abordado por una serie de películas documentales. Entre ellas se destacaba la de Carri por lo que era
considerado una implementación audaz de los recursos estéticos para encarar dicho tema. En general los
críticos coincidieron en afirmar que mediante este film, que tendía a desestabilizar muchas de las
convenciones del género documental, su autora lograba llevar a cabo un trabajo de duelo tendiente a cerrar
un capítulo traumático de su historia personal y familiar. La idea de esta exposición es pensar de qué
manera se activa el trabajo de la memoria en este documental en función de la consumación del duelo. Con
este fin se recurrirá a las reflexiones de Giorgio Agamben sobre el funcionamiento que les cabe a los ritos y
a los juegos en la realización de la ceremonia mortuoria. El interés se va a concentrar en la utilización de los
juguetes así como en el recurso a la performance en vistas a elaborar una búsqueda y/o estabilización de la
identidad.