El problema de la mendicidad se extendió en España a partir de los últimos siglos del medioevo,
suscitando diversas repercusiones sociales y teóricas, así como la emergencia de una dura pero
ineficiente legislación que buscaba controlar esta práctica.
En los albores de la Modernidad, la novela picaresca retrató la vida de los marginales que
estaban en esa condición porque no tenían un trabajo estable, no se insertaban en las diversas redes
sociales, y llevaban una vida itinerante que imposibilitaba su control. Estos hombres vivían temporal o
permanentemente de la limosna. La masividad de este fenómeno suscitó el debate sobre la diferencia
entre verdaderos y falsos pobres, que refería a la aptitud física para el trabajo de aquellos que
mendigaban para vivir, sin tener en cuenta los conflictos estructurales y la problemática de la oferta
laboral, así como la capacidad de adaptación del campesino desclasado al trabajo asalariado.
La vida del Buscón llamado Don Pablos ilustra las conductas de los mendigos, su relación
con la sociedad, formas de pedir y evadir la ley. En el presente trabajo analizaremos las imágenes
que exhibe esta novela acerca de los verdaderos y los falsos mendigos e indagaremos sobre la
imagen que tenían estos hombres ante la sociedad. En la obra rastreamos una relación fluida,
aunque teñida por un rechazo que no se plasma en la exclusión total, sino que personajes de
diversos medios sociales garantizan, mediante sus dádivas, la supervivencia de los marginales.