Este trabajo parte de dos cuentos de Borges: "El libro de arena" y "El Zahir". El primero comienza así: "La
línea consta de un número infinito de puntos; el plano, de un número infinito de líneas; el volumen, de un
número infinito de planos; el hipervolumen, de un número infinito de volúmenes...No, decididamente no
es éste, more geométrico, el mejor modo de iniciar mi relato". Inmediatamente, dice: "Afirmar que es
verídico es ahora una convención de todo relato fantástico; el mío, sin embargo es verídico". Por más
que decir en un cuento que es verdadero podría ser falso, la primera afirmación es verdadera: una línea
está compuesta de infinitos puntos, un plano de infinitas líneas...¿Qué pasaría entonces si trasladamos
esa premisa a un relato realista? En principio la convención se desarticula, ese relato podría ser al fin el
más nuevo, la innovación, la buena nueva. Después, la suspensión de nuestra idea de realidad que un
relato fantástico necesita para tener efecto, se cambia por una tautología: algo que en la realidad es
verdadero (la línea está compuesta por un número infinito de puntos, etc.) se hace verdadero. Nada
entonces sería más real, está allí lo real de la realidad. Así funciona la literatura de Aira.
El sistema que se expone en el primer cuento es eminentemente geométrico y el que define el
valor del dinero en "El Zahir", podría nombrarse como económico. Los mismos dos sistemas producen las
novelas de Aira. La geometría o sus extensiones-la física, la química, la óptica (las ciencias que trabajan
con el tiempo y el espacio, la dimensión y el tamaño)-y la economía, son los dispositivos del realismo
airiano porque igual que en la novela realista (en Balzac, sobre todo, quizás), pero también igual que en la
realidad, producen las cosas.