Durante mucho tiempo los filósofos hemos pensado en el hombre como en un ser completamente racional, en una armonía no problemática entre deseos y creencias, entre capacidades cognitivas y su actuación. Sin embargo, hoy por hoy sabemos que esta imagen es ficticia: numerosos estudios nos han mostrado que el hombre es altamente irracional, que mezcla emociones con creencias y que no aplica del todo bien las herramientas lógicas de las que dispone. Este descubrimiento es un factor motivante del desarrollo de muchas teorías acerca de la mente humana, que buscan comprender cómo funciona ésta para entender por qué somos como somos. Una de las preguntas que orientan al filósofo de la mente es, entonces, la pregunta por la irracionalidad.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)