Toda ética de raíz de platónica se remite siempre, de un modo u otro, al llamado a la "asimilación al dios" del fundador de la Academia. De este modo, la ética queda indisolublemente ligada a la metafísica y tiñe esta última de un sentido vital que la salva para siempre de caer en la pobreza del discurso meramente teórico. La mística de Meister Eckhart no es la excepción. La Divinidad eckhartiana a la que el hombre debe unirse es el Dios neoplatónico: ser purísimo, negatio negationis, segregado de todo lo existente en lo inescrutable del santuario.