La inocencia socrática no suele ponerse en duda. La acusación de ateísmo se ha plasmado, a lo largo de la historia, como injusta, y la defensa socrático-platónica de La Apología ha dejado establecida la absolución. Sin embargo, en el último texto de Platón la suerte de Sócrates parece cambiar. Cierto es que Sócrates no aparece en Las Leyes, pero sí la fuerte condena de Platón a los ateos, los locos y los subversivos. El propósito de este escrito es examinar el caso Sócrates en el marco de la pena de muerte que el legislador debe aplicar a quienes causen disturbios públicos, ya por ateos, ya por enajenados mentales, ya por innovar ideas, puesto que lo único que preocupa al legislador es la paz del Estado. En este sentido, Sócrates es culpable por provocar disturbios públicos. Sócrates no antepone la tranquilidad de los ciudadanos, por el contrario, los altera, los irrita, se burla, discute, es subversivo. Según el código penal de Las Leyes, Sócrates sería, en efecto, un subversivo y por ello, más que por ateo o por enajenado mental, le correspondería la pena máxima. De este modo, hacia el final de su obra, Platón habría cambiado de opinión respecto de la inocencia de su maestro. En este trabajo intento, pues, desligar la imagen de Sócrates en tanto paradigma moral.