De las posibles lectura de Proust quizás las más conocidas sean la de la muerte del autor y la concepción de la lectura. Ambas están relacionadas, cuando se derriba el mito de que el sentido definitivo de una novela, de un poema, etc. es el que el autor le ha dado, se abre el texto al lector y a sus posibles interpretaciones.
Proust es al respecto paradigmático, el lector puede si quiere cambiar hasta el género de los personajes. “El escritor no debe asustarse de que el invertido dé a sus heroínas un rostro masculino. Sólo esta particularidad un poco aberrante permite dar luego a lo que lee toda su generalización”. Pues una vez concluido el texto, éste ya no le pertenece más al autor, ya no puede controlar las posibles lecturas que de él se harán.
“Sólo por una costumbre sacada del lenguaje insincero de los prólogos y de las dedicatorias, dice el escritor: “Lector mío”. En realidad, cada lector es, cuando lee, el propio lector de sí mismo. La obra del escritor no es más que una especie de instrumento óptico que ofrece al lector para permitirle discernir lo que, sin ese libro, no hubiera podido ver en sí mismo”.