Este capítulo nos invita a conformar la identidad docente desde el Trabajo Social, donde la acción educativa no es una dimensión más de la intervención profesional sino una práctica intencional. Entendiendo a la identidad como construcción individual y social, dinámica, activa y continua que estructura posicionamientos para educar en pos de una sociedad más justa, igualitaria, humanista y profundamente democrática.