Lo que Bacon parece hacer es captar al yo de la persona que pinta, al sujeto en las variaciones. Pero en una época como la nuestra donde el sujeto es esquivo esto se asemeja a un milagro. Kundera lo expresa así “los retratos de Bacon son la interrogación sobre los límites del yo. ¿Hasta que grado de distorsión un individuo sigue siendo él mismo? ¿Hasta que grado de distorsión un ser amado sigue siendo un ser amado? ¿Durante cuánto tiempo un rostro querido que se aleja en una enfermedad, en una locura, en un odio, en la muerte, sigue siendo aún reconocible? ¿Dónde está la frontera tras la cual un “yo” deja de ser “yo”?