Una importante tradición en el siglo XVIII sostenía que “Todo está bien” en la Creación. Condicionaba el planteamiento del problema del mal, reduciéndolo finalmente a la condición de un pseudo problema. Se trataba de una posición con una fuerte presencia en la Europa de la primera mitad del siglo XVIII. Así todavía en 1753 la Academia de Berlín convocó para 1755 precisamente a un concurso sobre la frase de Pope “Todo está bien”. Frente a esta tradición, de un modo particular pero insistente, Rousseau nos plantea que realmente hay mal en el mundo, o de otro modo, que las cosas están mal.