La formación del campo filosófico, de formación tardía con respecto a los estudios históricos y literarios, se inicia en la etapa positivista y su correspondiente reacción. Para determinar los alcances de este ámbito, retomaremos el concepto de “campo intelectual” de Pierre Bourdieu, como “universo sometido a sus propias leyes de funcionamiento y transformación”, con independencia de la política, la religión o la economía.
Resignificado para nuestros exponentes locales, según Sarlo y Altamirano, con la profesionalización, lo filosófico se separa de otras prácticas sociales e inicia una reflexión sobre su propia identidad. En este proceso comienza la conversión que culminará en la transformación del sujeto filosófico en técnico. Así, la filosofía se consagra luego de “años de estudios específicos en academias especializadas y [el agente filosófico] es juzgado según criterios internos a la disciplina misma”.