El problema del mal aparece tardíamente en la filosofía de Bergson, al menos planteado explícitamente, como problema. Aparece en las últimas páginas, del anteúltimo capítulo, del anteúltimo libro, en 1932, en Las dos fuentes de la moral y la religión, justamente bajo el subtítulo “El problema del mal”. Pero el tratamiento que ahí se realiza nos envía hacia atrás en el tiempo pues dice “mostrábamos que la idea de ‘nada’ es algo así como la idea de un cuadrado redondo”. Mostrábamos, ¿cuándo mostrábamos? En “Lo posible y lo real”, una conferencia pronunciada por Bergson para el meeting filosófico de Oxford el 24 de septiembre de 1920, en aquel entonces bajo el título “La previsión y la novedad”. Hacia atrás entonces, de 1932 a 1920, persiguiendo el problema del mal.
¿Por qué Bergson nos envía hasta “Lo posible y lo real”? Cuando aparece el mal, en Las dos fuentes de la moral y la religión, aparece justamente como problema, porque aparece en medio del optimismo bergsoniano. El filósofo se objeta a sí mismo: si el mundo es bueno, ¿qué es el mal? ¿No podría ser el mundo mejor? ¿No podría? ¿No era posible un mundo mejor? Bergson responde, justamente, con “Lo posible y lo real”.