¿Logró “Deep Blue” ganarle un partido de ajedrez al campeón mundial Kasparov debido a que pensaba? Esta pregunta se resiste a tener una única respuesta. Quienes se aferran a las intuiciones más chauvinistas acerca de lo mental se niegan a dar una respuesta positiva y consideran que son las personas los entes prototípicamente pensantes. Sin embargo, la respuesta más interesante será la de quienes confían en que efectivamente “Deep Blue” puede pensar. Si se entiende lo mental como un cómputo de representaciones simbólicas y a su vez sabemos que máquinas como “Deep Blue” realizan este procesamiento computacional dirigido por los programas de instrucciones cargados en sus memorias, entonces es fácil concluir que estas máquinas literalmente tienen mente. La anterior afirmación es la que se toman en serio programas clásicos de investigación como la inteligencia artificial (IA) fuerte, disciplina que, junto con la psicología cognitiva, la lógica y la lingüística, entre otras, conforman una ciencia cognitiva unitaria cuyo objetivo general es abstraer las características comunes de una nueva clase de cosas cognoscentes que incluye no sólo a los vertebrados superiores, sino también a algunos sistemas informáticos. Las respuestas a la pregunta planteada inicialmente dejan translucir cuál es la polémica de fondo.