La enfermedad infecciosa puede considerarse básicamente como un proceso de daños acumulativos del huésped, que da lugar a reacciones adversas. Suele haber muchos signos y síntomas diferentes y simultáneos de enfermedad en cada persona y la gravedad de los síntomas varía de un patógeno a otro y entre los huéspedes infectados por el mismo patógeno. Por consiguiente, la enfermedad es un proceso que se mide mejor en una escala multidimensional y cuantitativa. En cambio, en los estudios de evaluación de riesgos la enfermedad se suele interpretar como una respuesta cuantal (presencia o ausencia de enfermedad), lo que supone que los resultados dependen en gran parte de la definición del caso. Las infecciones pueden ser asintomáticas, cuando el huésped no manifiesta ninguna reacción adversa a la infección y elimina los patógenos en un plazo limitado de tiempo, pero la infección también puede dar lugar a una enfermedad sintomática. En los modelos de relación dosis-respuesta para patógenos microbianos admisibles desde el punto de vista microbiológico, se debe tener en cuenta el carácter discreto de los microorganismos y deben basarse en el concepto de infección por uno o más "supervivientes" de una dosis inicial. Se destaca de la bibliografía la variabilidad de síntomas, con un marco cronológico especificado que a veces incluye la confirmación de laboratorio de los agentes etiológicos y este aporte facilitaría la integración de datos procedentes de distintas fuentes para las patologías bucales infecciosas.