A medida que se han ido publicando los libros de Simone Weil, casi todos póstumos, una furia de pertenencias la reclaman: el pacifismo, el marxismo, la iglesia católica, el feminismo de la diferencia. Quien deseó por encima de todo preservar su independencia de pensamiento y hizo profesión de no estar adscrita a nada que pudiera mermarla, se encuentra invocada hoy, cual patrona gremial, por una profusión de teorías e instituciones. Bajo la idea de desconcierto genérico, me propongo abordar el equívoco que subyace en los textos y en los posicionamientos de S. Weil a la hora de percibirse y de adquirir conciencia de sí como ser humano, en rebeldía por su pertenencia al sexo femenino. Es un caso paradigmático de rechazo hacia lo que el imaginario de la época entiende por mujer. Por otro lado, quisiera poner también de manifiesto la ceguera de sus mejores comentaristas y biógrafos –pienso en Jacques Cabaud y en Simone Pétrementen lo que esta faceta se refiere. Modestamente pensamos que no la han entendido por desconocimiento de instrumentos teóricos adecuados, como por ejemplo, los que podría suministrar una teoría feminista de corte ilustrado. Finalmente aludiremos o los colectivos que la reivindican como figura afín, para interrogarnos acerca de su pertinencia.